Manuel Hernández Villeta
La vieja y nueva Junta Central Electoral tiene grandes desafíos de por medio. Realizaron un buen trabajo en la preparación de las pasadas elecciones. Ahora, con más experiencia, deben lograr unas votaciones ejemplares.
La reelección de cuatro de sus miembros, incluyendo al presidente, coloca en múltiple compromiso a estos funcionarios. Se les ha dado un voto de reconocimiento, que se merecen por el trabajo anterior, pero desde ya deben garantizar unas elecciones libres e independientes.
Lo ideal era llevar sangre nueva a la Junta, pero se impuso el designio de los congresistas y la opinión del liderazgo político nacional. La reelección debe ser un compromiso de garantizar una marcha programada hasta llegar a las primarias de los partidos.
Eso sí, debe rechazar ser parte directa en la vigilancia de las primarias, porque ello significará un desgaste, en terreno movedizo, donde ni los partidos político se ponen de acuerdo.
Su primer gran compromiso será la renovación de la cédula de identidad y de votación. Millones de dominicanos tendrían que cambiar su carnet actual, y para esa tarea se necesitaría más de dos años, razón por la cual se debe iniciar de inmediato, para tener tiempo antes de las venideras elecciones.
En todo caso, la cédula actual es un documento creíble, por lo que no se tiene prisa de que se haga un cambio en los próximos cuatro años, y más bien lo que se podría dar es la renovación, de acuerdo a como se vaya perdiendo la vigencia.
Además, habrá que ver el costo de un cambio total de la cédula. Con un país que tiene que vivir en austeridad, habría que analizar si es un gasto necesario. Es preferible renovación con el carnet actual, y no tener que diseñar uno nuevo. La austeridad es para todos.
En cuanto a los partidos políticos, la vieja-nueva Junta se tiene que mantener en los márgenes de la cordialidad, con imparcialidad total, y sin sr narigoneada por ningún bando partidista.
Si es necesario que se depure a los partidos que luego de las pasadas elecciones perdieron la representación legal, y por tanto se verán impedidos de participar en nuevas elecciones.
En el trato con los partidos, la JCE debe ser imparcial y vertical. Sus decisiones deben estar orientadas a favorecer al pueblo y desde ya garantizar unas elecciones libres y democráticas.
Con el gobierno central, la JCE debe mantener una relación de cortesía, de respeto mutuo, de gestionar los recursos de acuerdo con sus necesidades, y actuando siempre apegada a la ley y los reglamentos electorales.