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Las fuerzas competitivas y el caso RD-Haití

Julián Padilla

Michael Porter conocido en el mundo empresarial y académico, al proponer las estrategias a partir de una ventaja competitiva defendible, describe las estrategias que denominó genéricas y las clasificó en estrategias de enfoque, de costo y de diferenciación del producto. Porter además propuso un modelo de análisis estratégico interesante, denominado el Modelo de las fuerzas competitivas.

Basados en estos criterios hacemos una reflexión sobre las relaciones comerciales entre República Dominicana y Haití y la dependencia histórica que se ha creado, tanto como cliente consumidor de una parte de la producción nacional, pero también como prestador de servicios con su mano de obra.

El tema de las ventajas competitivas se circunscribe de manera inequívoca a las características individuales de las empresas que compiten en un mercado. Y las conveniencias que se establecen entre el suplidor y el comprador, crean la fortaleza en la relación para un abastecimiento también conveniente de bienes y servicios.

Cuando enfocamos el tema migratorio hacia la República Dominicana de la población haitiana, es necesario distinguir entre aquellos nacionales haitianos que aportan mano de obra en los procesos productivos y los que de una manera violatoria a las leyes nacionales, cruzan la frontera y prácticamente abarrotan poblaciones en todo el territorio nacional.

Si consideramos las mismas informaciones que se ofrecen e indican que prácticamente el 40% de las parturientas en nuestros hospitales son de mujeres cuya procedencia es Haití. Y que un altísimo porcentaje de las personas que trabajan en la construcción o en la agricultura en nuestro país, son nacionales haitianos, entonces se comienza a ver el balance de esta participación activa en nuestra economía y sociedad.

Sería interesante poder establecer lo que representa el consumo del presupuesto nacional por nacionales haitianos, el costo de intentar y re intentar las repatriaciones, y ¿Cuáles son los aportes verdaderos que hace la mano de obra haitiana a los distintos sectores industriales nacionales?

Seguramente esto podría determinarse para tener una opinión más precisa sobre estos temas. Pero aun sin cifras que además puedan considerarse objetivas y desprovistas de pasión, seguimos con estos comentarios para plantear algunos ejemplos o modelos teóricos.

Si asumimos el escenario de no participación activa del nacional haitiano en nuestros procesos productivos, ¿Cuál sería el impacto en la productividad, rentabilidad, competitividad y sobrevivencia de nuestros negocios?.

Si asumimos el escenario actual, donde está clara la participación activa del nacional haitiano en nuestros procesos productivos, ¿Cuál es la participación en términos de valor agregado a la economía, y de rentabilidad, competitividad y sobrevivencia de nuestros negocios?

Hace unas semanas la presidencia de la república, anunció a la prensa nacional e internacional, que semanalmente se estarían deportando 10 mil nacionales haitianos. Tal vez como respuesta a las acusaciones ya abiertas que muchos dominicanos hacemos a la gestión del cambio en función de sumarse a los intereses supranacionales y de la ONU y favorecer los pactos migratorios, refugiados y por ende la fusión de la isla.

O tal vez como respuesta a la prohibición hecha por yaití, de no permitir el ingreso de productos dominicanos si los mismos no cumplen con el requisito planteado de etiquetas en el idioma nativo haitiano. Esto último parece tener mucho más lógica y asidero, tomando en consideración las posiciones del gobierno en materia supranacional.

Tal vez, como forma de indicar que no se estará utilizando el presupuesto nacional para cubrir las necesidades del pueblo haitiano que ha migrado regular o irregularmente al país. Y con ello promover la idea de aceptación de la famosa reforma fiscal anunciada y propuesta ya al congreso nacional. Ya que no solo por corrupción sino por cubrir gastos no nacionales, existe una fuerte oposición a la reforma fiscal de todas las fuerzas vivas de la nación.

Si nos enfocamos en el concepto del costo primo y los componentes del costo unitario de producción de un bien. Se entiende que el costo de producir cualquier bien es sensible al modificar el componente de la mano de obra.

Esa mano de obra, tiene una repercusión directa en el costo unitario de producción. Y ahí podemos de inmediato distinguir para un análisis más claro, ¿Qué diferencia habría, con el salario diario, semanal, quincenal o mensual, los gastos de la nomina digamos en la construcción de un edificio, si no se utilizara mano de obra haitiana?. ¿Cuál sería el impacto en el costo de la obra, si se sustituyera la mano de obra haitiana por otra, digamos mano de obra dominicana?

En un estudio reciente se implicaba que los dominicanos prefieren dedicarse a ser motoconchistas en lugar de participar como obreros de la construcción.

Pero ¿qué pasaría con la competitividad de las empresas que deben transferir sus costos al precio de ventas, para asegurar un margen de beneficios y hacer negocios?.

Si el costo de la mano de obra se dispara, tendríamos la certeza de que los costos de producción se incrementarían y por lo tanto, habría un incremento de precios de los bienes fabricados y pasados a la venta en los distintos canales de distribución.

Pero situémonos un momento en las fuerzas competitivas. A veces se proyectan estas maniobras como chantajes, o visto desde una óptica más técnica, el poder o fuerza de negociación que inevitablemente se refleja entre las partes.

Por ejemplo, recientemente el gobierno haitiano ha dicho que no se dará entrada a su país, de ningún producto que no lleve una etiqueta en su idioma como requisito fundamental para la compra.

Ahí estaría reflejándose el poder del comprador, que está imponiendo condiciones, y si el suplidor no cumple con este requisito, entonces no podrá vender la mercancía en ese mercado.

Ahí podemos distinguir que en el modelo de Porter se plantean distintas fuerzas competitivas que hacen que una empresa tenga que tomar medidas, y hasta modificar sus estrategias y políticas, para poder crecer, ser rentables o sobrevivir.

Esas fuerzas se circunscriben en el poder o fuerza que puede tener un comprador, un suplidor, nuevos competidores, productos sustitutos, y la misma rivalidad entre empresarios que intentan suplir al mismo mercado.

Por este conocimiento casi intuitivo, se prefiere tener un plan B a nivel de suplidores clave, es decir, tener suplidores alternativos, para no hacer depender la producción del despacho de un solo suplidor de materia prima, para citar un ejemplo.

Pero también ese proceso se puede ver al inversa. Y la pregunta que ya hemos hecho en otro momento es, ¿Por qué necesitamos depender del comprador Haití, para esa producción nacional?.

¿Por qué no penetrar en otros mercados y no tener una dependencia donde hay tanta sensibilidad a decisiones que podrían ser hasta caprichosas en un momento determinado?.

¿A caso nuestros productos no tienen la calidad suficiente para poder ser vendidos en otros mercados?

Pero r planteando la misma pregunta desde la óptica del comprador, ¿Por qué Haití debe estar atado a comprar los productos de República Dominicana?, ¿no les convendría tener suplidores alternos?

Como vemos las relaciones comerciales entre Haití y República Dominicana han desarrollo un grado de dependencia mutua que a todas luces no puede ser sano para ninguna de las partes. Los temas insolubles relacionados con sentimientos nacionalistas, desencuentros e incumplimientos de tratados, presiones internacionales captadas al vuelo por verdaderos nacionales dominicanos o haitianos, que defiendes su territorialidad, su soberanía y el respeto de su historia, cultura y constituciones, esos temas se sobre ponen, a pesar de los esfuerzos que hacen los que negocian bienes y servicios de ambos lados de la isla.

La búsqueda para ambos relacionados, comprador-suplidor de clientes o suplidores alternos, es lo que a largo plazo le podrá dar a las partes un adecuado desarrollo estratégico y comercial redituable y sin malquerencias.

 

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