Jimmy Rosario Bernard
La pandemia de COVID-19 aceleró de manera significativa la adopción de tecnologías digitales en la educación dominicana, revelando tanto las oportunidades como las limitaciones de nuestro sistema educativo. Si bien la emergencia sanitaria impulsó la innovación y la creatividad entre docentes y estudiantes, también evidenció las profundas desigualdades en el acceso a la tecnología y a una educación de calidad.
La falta de infraestructura tecnológica adecuada, la escasez de dispositivos y la persistente brecha digital han generado desafíos que obstaculizan el avance de la transformación digital en la educación dominicana. Estudiantes de zonas rurales y de bajos recursos enfrentan barreras significativas para acceder a la educación en línea, ampliando la brecha educativa existente. La ausencia de acceso a internet de alta velocidad limita las posibilidades de interacción y colaboración en entornos virtuales. Además, muchos educadores carecen de las competencias digitales necesarias para integrar efectivamente la tecnología en sus prácticas pedagógicas.
La transformación digital puede ser el catalizador de un cambio profundo que nos permita personalizar el aprendizaje, adaptando los contenidos y metodologías a las necesidades individuales de cada estudiante y fomentando el desarrollo de habilidades del siglo XXI. Podemos fomentar la colaboración y el trabajo en equipo utilizando la tecnología para conectar a estudiantes y docentes de diferentes regiones y culturas, promoviendo el intercambio de ideas y la diversidad de perspectivas.
Es posible desarrollar el pensamiento crítico y la creatividad integrando herramientas digitales que estimulen la resolución de problemas, la innovación y la capacidad de análisis. Además, debemos preparar a los estudiantes para el futuro del trabajo, dotándolos de competencias digitales esenciales para desenvolverse en un mercado laboral cada vez más globalizado y tecnológico.
Para aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la transformación digital, es necesario implementar una agenda de acción que incluya medidas concretas. Es imprescindible invertir en infraestructura tecnológica, ampliando la cobertura de internet de alta velocidad en todo el territorio nacional y equipando a todas las escuelas con los recursos tecnológicos necesarios para ofrecer educación en línea de calidad. La capacitación docente a gran escala es fundamental; debemos implementar programas de formación continua que permitan a los docentes adquirir y actualizar sus competencias digitales y metodologías de enseñanza innovadoras.
Es vital desarrollar contenidos educativos digitales, creando plataformas y repositorios de recursos educativos abiertos, accesibles y adaptados al currículo nacional y a las necesidades de los estudiantes. Fomentar alianzas público-privadas es clave para desarrollar soluciones innovadoras y escalables que impulsen la transformación digital. Finalmente, establecer sistemas de monitoreo y evaluación permitirá medir el impacto de las políticas educativas digitales y realizar ajustes basados en evidencia y resultados.
Es fundamental que todos los sectores de la sociedad se unan en este esfuerzo, reconociendo que la educación es el pilar sobre el cual se construye el progreso y el bienestar de una nación. La inversión en educación digital no es solo una respuesta a una crisis temporal, sino una estrategia a largo plazo que puede transformar profundamente nuestra sociedad y economía. La oportunidad está frente a nosotros. Es momento de actuar con determinación y visión para asegurar que la transformación digital en la educación se convierta en una realidad que beneficie a todos los dominicanos, sin excepción.
