Manuel Hernández Villeta
Las elecciones dominicanas deben estar separadas. Se deben celebrar en el mismo año, con un par de meses de diferencia entre las municipales, congresuales y presidenciales. Es más, lo ideal es que se continúe con el organigrama de las pasadas elecciones.
Las municipales se deben seguir celebrando en febrero y las presidenciales y congresuales en mayo. El país no soportaría elecciones cada dos años. El factor emocional y el gran gasto en que se incurriría, no hacen potable las votaciones cada dos años.
Si se podría hacer una reunificación, pero en la misma fecha del pasado torneo, entre las municipales y las congresuales, dejando que el elector vaya a mayo solo por las presidenciales. La más importante de todas es donde se escoge al presidente de la República, por lo que el votante debe tener el panorama despejado.
Lo que no puede ser, es unificar todas las elecciones en una sola fecha. Llevaría confusión máxima a los electores, y la Junta Central Electoral carecería de la logística para dirigir procesos tan complejos en una sola fecha.
Mientras que si se da una sola acción, en febrero, para las municipales y congresuales, se haría en el mismo año la guerra de propaganda electoral, y los pleitos intestinos.
No se olvide que ahora hay que realizar primarias para cada cargo, entonces, es vital favorecer que el proselitismo se ejecute entre enero y mayo del año electoral. Luego debe haber un descanso en la fiebre por cargos electivos.
Donde debe estar toda la fuerza electoral es en que el organismo encargado de los comicios entre en proceso de renovación, y dentro de cuatro años pueda garantizar el voto electrónico. Trabajar desde ahora en introducir tecnología moderna para los comicios.
Con buena educación al elector, hasta los analfabetos podrían ejercer con el voto electrónico. No se olvide que cada partido tiene siglas y un emblema que permitiría hacer las motivaciones de apoyo o rechazo.
Más que la fecha de celebración de las elecciones, en el país lo que se necesita es fortalecer el sistema electoral, y que todo el pueblo participe del mismo. Es preocupante la creciente abstención, y se deben investigar sus causas.
Da la impresión de que la juventud, incluyendo a los primeros electores, no les motiva votar, y los viejos eslogan publicitarios no concitan sus simpatías. Hay que luchar para que esa abstención no siga presente. La democracia es inviolable, así como el respeto a los demás.