Carlos McCoy
El mensaje publicado por el presidente Joe Biden el pasado 21 de julio, donde anunciaba su abandono de la carrera presidencial para la reelección, más que una carta de renuncia parece el Discurso del Estado de la Unión. Este evento anual permite al presidente de los Estados Unidos dirigirse a la nación, compartiendo logros y desafíos de su administración.
En su carta, el presidente enumera parte de sus logros y termina con estos dos párrafos:
“Sé que nada de esto podría haberse logrado sin ustedes, el pueblo estadounidense. Juntos, superamos la pandemia del siglo y la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Hemos protegido y preservado nuestra democracia y hemos revitalizado y fortalecido nuestras alianzas en todo el mundo”.
Ha sido el mayor honor de mi vida servir como su presidente. Aunque mi intención fue buscar la reelección, creo que es en el mejor interés de mi partido y del país que me retire y me enfoque únicamente en cumplir con mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato.»
Normalmente, en una carta de renuncia se mencionan los motivos por los cuales el firmante dimite, lo cual no ha sucedido en esta misiva. Esto ha generado diversas especulaciones.
Los republicanos, como era de esperarse, han destacado una supuesta enfermedad mental degenerativa del presidente, que la Casa Blanca ha negado repetidamente.
La vocera Karine Jean-Pierre ha desmentido los rumores de que Joe Biden esté recibiendo tratamiento para el Parkinson, afirmando que son falsos.
Sin embargo, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, ha opinado que Joe Biden también debería renunciar de inmediato como presidente de los Estados Unidos.
“Si Joe Biden no es apto para postularse para presidente, tampoco es apto para ejercer como presidente”, escribió en la red social X. En el mismo vagón de ese tren se ha montado el expresidente y candidato Donald Trump.
Recordemos que este mismo argumento fue utilizado por los republicanos en febrero pasado, cuando el fiscal especial Robert Hur optó por no presentar cargos penales contra el presidente Joe Biden por retener documentos clasificados al dejar la Vicepresidencia en el 2017. El fiscal señaló fallos de memoria del presidente en varios puntos de su informe.
Kamala
Al parecer, la estrategia de los republicanos es enfocarse en este punto para tratar de obligar al presidente a distraerse de la campaña e inducirlo a que cometa errores que también, por carambola, perjudiquen a Kamala Harris.
Hasta ahora esta maniobra no ha funcionado pues a la vicepresidenta le ha ido muy bien, ya que importantes medios han reportado que en 24 horas ha recaudado más de 80 millones de dólares para su campaña. Adicional a este monto se le añaden gran parte de los fondos obtenidos como compañera de fórmula de Joe Biden que ascienden a más de 90 millones.
Además, se ha informado que Harris había conseguido el respaldo de los delegados necesarios para conseguir la nominación en la primera ronda de votación en la convención demócrata y en cuanto al tema de la edad, la tortilla se ha volteado porque ahora, el anciano es Donald Trump.
En este momento, la prioridad de Kamala Harris es fortalecer la unidad de su partido en torno a su candidatura y seleccionar a su compañero de fórmula, que probablemente sea un anglosajón de uno de los estados péndulos como es el caso de Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania.
Kamala todavía está a la espera del respaldo de los Obama, mientras que los Clinton ya lo han manifestado.
Cerramos este trabajo con una nota curiosa. Con la retirada de Joe Biden de esta contienda, se rompe una cadena de casi 50 años en la cual en cada elección presidencial / vicepresidencial de los Estados Unidos desde 1980, aparecía en las boletas al menos uno de estos cuatro apellidos: Bush, Clinton, Obama o Biden.
1980 1984 1988 George Bush padre, presidente, 1992 1996 Bill Clinton, presidente. 2000, 2004 George Bush hijo, presidente. 2008, 2012 Obama/Biden. 2016 Hillary Clinton. 2020 Biden.
No es una dinastía, pero se le parece bastante.
