Carlos Ogando
La República Dominicana y Haití comparten una historia compleja y entrelazada, marcada por tensiones políticas, económicas y sociales desde el cese de la ocupación haitiana de la parte este de la Isla el 27 de febrero de 1844.
Posteriormente Haití no respetó el tratado de independencia de 1844 y se embarcó en una guerra hasta 1856, lo que demuestra que no se le puede tener confianza a esa gente que nunca ha honrado sus palabras. La historia marca grandes diferencias antagónicas y raciales, las cuales son imposibles de conjugar.
En medio de esta relación, recientemente la crisis de pandillas en Haití ha exacerbado las fricciones existentes, llevando al cierre de la frontera entre ambos países. Además, los conflictos por la apertura de un canal para sacar agua del río fronterizo Masacre o Dajabón han agravado aún más las tensiones en la región. La posibilidad de que las pandillas haitianas se vinculen a organizaciones terroristas y criminales del Medio Oriente sería muy grave para la región y especialmente para la República Dominicana. Este artículo de opinión explora la intersección de estos problemas y sus implicaciones para la estabilidad regional.
La nación dominicana ha decidido marcar una total separación del pueblo haitiano por ser esta una sociedad inviable, por diferencias culturales (idioma, religión), políticas y económicas. Es así como desde el gobierno de Danilo Medina Sánchez se inició la construcción de un muro fronterizo para separar físicamente a la República Dominicana de la nación haitiana. El muro fue continuado por el actual presidente de la república dominicana Luis Abinader. Los dominicanos aspiramos a que Haití y si manejan como países soberanos e independientes, permaneciendo ellos allá y nosotros aquí.
Crisis de Pandillas en Haití
Haití ha enfrentado una crisis prolongada de pandillas que ha desestabilizado aún más un país ya vulnerable. Las pandillas, algunas de las cuales están vinculadas a facciones políticas y económicas, han sumido a la nación en un estado de violencia y caos. Los enfrentamientos entre pandillas rivales, así como los ataques contra la población civil y las fuerzas de seguridad, han dejado un rastro de muerte y destrucción.
Esta crisis de pandillas tiene profundas raíces en la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades en Haití. La falta de un Estado efectivo capaz de proporcionar seguridad y servicios básicos ha permitido que las pandillas prosperen y se conviertan en actores dominantes en muchos aspectos de la vida haitiana. Las pandillas haitianas son una amenaza para la estabilidad de la frontera y hay que impedir que estos la traspasen de manera ilegal.
Cierre de Fronteras
El cierre de la frontera entre la República Dominicana y Haití se vio como una medida desesperada para contener el flujo de personas y mercancías entre ambos países. Las autoridades dominicanas han justificado esta acción como una respuesta a la inestabilidad en Haití, preocupadas por la posibilidad de que la violencia y la inseguridad se propaguen al otro lado de la frontera. Nuestro país siempre ha tenido la razón.
Sin embargo, el cierre de la frontera tiene graves consecuencias humanitarias y económicas. Las comunidades fronterizas dependen en gran medida del comercio transfronterizo para su sustento, y el cierre ha dejado a muchas personas sin acceso a alimentos, medicinas y otros bienes básicos. Además, ha obstaculizado los esfuerzos de ayuda humanitaria y ha aumentado las tensiones entre los dos países. El cierre de la frontera es importante cuando se trata de salvaguardar el cruce de extranjeros ilegales, pero no hay que perder de vista que el cierre hace más presión a que más ilegales intenten cruzarla.
Conflictos por Recursos Naturales
El conflicto por la apertura de un canal para sacar agua del río fronterizo Masacre o Dajabón (que solo pasa por territorio haitiano dos kilómetros), refleja las tensiones subyacentes entre la República Dominicana y Haití en torno a los recursos naturales compartidos. El agua es un recurso escaso en la región y su acceso y control son objeto de disputa. Es obvio que para usar el agua del río no puede hacerse de manera unilateral. Haití ha hecho muy mal con hacer un canal sin el consentimiento de las autoridades dominicanas.
La afrenta de abrir un canal para extraer agua del río ha generado protestas y enfrentamientos entre comunidades locales, así como tensiones diplomáticas entre los dos países. Haití argumenta que la extracción de agua por parte de la República Dominicana exacerbó aún más la escasez de agua en su territorio, mientras que la República Dominicana defiende su derecho soberano a utilizar los recursos naturales dentro de sus fronteras.
Si bien, el río Masacre cruza la frontera dominico-haitiana en una pequeña franja, Haití debe pedir permiso a la República Dominicana para construir sistemas de trasvase de agua de este río, que en solo dos kilómetros pasa por territorio haitiano. Los dominicanos están esperanzados en que el gobierno de Luis Abinader no tuerza el brazo antes tan cruel afrenta de desviar el cauce del río masacre hacia su territorio.
Conclusiones
La crisis de pandillas en Haití, el cierre de la frontera dominico-haitiana y los conflictos por recursos naturales en la región fronteriza son síntomas de problemas más profundos que afectan a ambos países. Las pandillas no son una simple amenaza, ellas pueden tener enlace con otras organizaciones criminales africanas, libanesas, iraníes y de Hamas. Hay que tener cuidado de seguir recomendando que la ONU intervenga a Haití, pues de ser así, a la República Dominicana llegarán las consecuencias de una guerra a largo plazo. Esto junto a la pobreza, la desigualdad, la falta de gobernanza efectiva y la competencia por recursos limitados pueden agudizar la inestabilidad y los conflictos en la región.
Abordar estos desafíos requerirá un enfoque integral que incluya medidas para fortalecer las instituciones estatales, promover el desarrollo económico y social, y fomentar la cooperación y el diálogo entre los dos países. Además, la comunidad internacional debe desempeñar un papel activo en la búsqueda de soluciones sostenibles para los problemas que enfrenta la región, reconociendo que la estabilidad y el desarrollo de Haití no depende únicamente de la República Dominicana, todos están intrínsecamente vinculados.