Humberto Almonte
Analista de Cine.
La dramaturgia teatral tiene recorrida una larga senda en la historia del alma humana sin obviar ningún sentimiento o situación, la exageración en el gesto o en la expresión oral es la crónica permanente e incisiva a la que temen, aún sin mencionarlo, esos poderes que nos manejan en las sombras o en los sofocantes calores del trópico.
La mirada escrutadora de estos estudiosos, los dramaturgos, de la composición vital de las personas, condena sin piedad a los débiles de carácter, a los simples de espíritu o a los carentes de juicio, pero no deja afuera a las almas de elevada compasión y bondad, o a los Efialtes de la era moderna.
A una de las artes que acudió el cine buscando prestigio fue al teatro por el elevado respeto que gozaba en todas las clases sociales, cosa que aún no lograba el reciente artilugio técnico, diversión intrascendente de ferias, novedad plagada de las levedades propias de jóvenes expresiones, lugar común en los tiempos iníciales.
Hemos acudido a tres ejemplos de diversa procedencia como lo son Mephisto (Hungría), Los Productores (The Producers- Estados Unidos) y El – Métödo (República Dominicana).
Mephisto (1981)
Dirigida por el húngaro Istvan Szabó, es un relato sobre un ambicioso actor de teatro que no duda en concentrar todos sus esfuerzos en adular el nazismo con tal de lograr el éxito en su profesión. Llega incluso a casarse con la hija de un importante prohombre del régimen para poder medrar. Klaus María Brandauer da vida a esta poderosa alegoría del fracaso del espíritu humano y que estaba basada en una novela de Klaus Mann.
El Hendrik Hofgen que interpreta Brandauer abandona sus ideales, las creencias en la misión del arte como transmisor de conciencia social, para escalar a lo alto de la pirámide nazi y mantener la posición social exitosa a la que ha llegado.
Hofgen sueña con interpretar a Mephisto y para eso se convierte en el Fausto que vende su alma a un jerarca nazi, un personaje inspirado en Hermann Göring, finaliza siendo el Mephisto real, los sueños de grandeza actoral han podido menos que la tentación del éxito social a toda costa.
Szabó revisita el mito de Fausto y la venta del alma al diablo, demostrando la perennidad de un tema que no pasa de moda por la simple razón de que las debilidades humanas son las mismas en todas las épocas, y a la vez retrata con gran efectividad al mundo del teatro y a los actores por dentro, ampliando los limites e incluyendo el gran tema de la responsabilidad personal tanto en la vida como en el arte.
Se puede efectivamente situar a Hendrik Hofgen en estos días, cambiar a los nazis por otros pensamientos autoritarios o un populismo de cualquier tipo sin perder vigencia pues su mensaje es universal, y por lo tanto, puede perfectamente adaptarse al mundo de hoy.
Los Productores (The Producers-1968- )
Escrita y dirigida por Mel Brooks, nos cuenta acerca de un productor de Broadway que está en la ruina, y un contable, quienes organizan un plan que consiste en estafar a varias ancianas con el fin de recaudar fondos para financiar una pésima obra musical. El inevitable fracaso de la obra les permitiría quedarse con todo el dinero.
Las actuaciones de Zero Mostel como Max Bialystock, Gene Wilder como Leo Bloom y Kennet Mars como Franz Liebkin, entre otros, convierten a Los Productores en una de las comedias más divertidas de toda la historia, pero que en su época cosechó opiniones divididas de la crítica y de los espectadores.
La carga de incorrección política que maneja, como en el numero de musicales de primavera para Hitler, los chistes de sal gruesa sobre los homosexuales o los judíos y la imagen de los productores teatrales pintándolos como estafadores, era demasiado para la moralidad excesivamente conservadora de los norteamericanos.
Con todo, las cosas que le critican son en realidad los puntos fuertes del film, pues Brooks nos empapa de los prejuicios que sobre las minorías se manejan en EE.UU y a la vez describe con gran conocimiento los entretelones de la producción del teatro musical en Broadway.
Los Productores ha recorrido camino un largo camino en la industria. Brooks más tarde adaptó el guion de su película para producir un musical (2001) y a su vez adaptar la obra para hacer una versión fílmica en el 2005, por lo que ha gozado de una singular andadura artística, nada mal para esta polémica comedia sobre el teatro musical.
El – Métödo (2023)
La historia se centra en un grupo de profesionales que acuden a una entrevista de trabajo para una posición muy lucrativa dentro de una de las empresas multinacionales más grandes del mundo. Este producto cinematográfico es una adaptación de la obra escrita por el dramaturgo y guionista catalán Jordi Galceran El método Grönholm (El mètode Grönholm) basado en esta técnica de selección de personal.
Apostar por un texto teatral y proponer una nueva versión para las pantallas siempre entraña riesgos mayores que apostar por una conceptualización que venga desde cero, aunque no es un axioma inamovible, pues cada mirada es original y nueva a pesar de la opinión y los deseos de los espíritus conservadores.
David Maler, el realizador, acudió a un doble proceso de adaptación o «aplatanamiento», por un lado trasladar el contenido de El – Métödo desde el teatro y de su lenguaje hasta los linderos cinematográficos, y por el otro, transferir la obra desde su realidad social de origen a la nuestra, agregándole las particularidades de este país. Por último, pero no menos importante, dentro de esa «dominicanización» estuvieron los diálogos con su adecuado toque criollo.
La película sorteó adecuadamente los peligros de una deriva teatral de un elenco que en la mayoría de los casos provenía de los ambientes y la formación teatral, todo ello sin forzar una estilización ni desconectarse artificialmente de sus orígenes teatrales, que no es poca cosa.
Lo que consigue esta película es articular una puesta en escena que deconstruye las máscaras sociales detrás de la cual se esconden estas individualidades para acceder a unos puestos laborales muy apetecibles en virtud de los salarios que pagan y la representatividad social que viene como un valor añadido.
Al cine desde el teatro y de vuelta al público
La transferencia o préstamo entre artes es una forma de cooperar en el fortalecimiento y la riqueza expresiva de cada una, por eso, desde que se inició en la juventud del cine y este se aproximó al teatro, esas relaciones se han vuelto más sutiles y cercanas, una complicidad creativa que no tiene visos de terminar, todo lo contrario, ese trasvase reafirma la identidad estética de cada uno.
Mephisto, Los Productores (The Producers) y El – Métödo son tres películas de origen o ligadas cuya importancia reside en cubrir estos aspectos y darnos detalles del mundo teatral y a su vez una visión de los lazos que existen entre este antiguo arte y otro más reciente como el cine. La mirada que el cine maneja usualmente sobre el teatro no carece de un gran respeto por un arte de tan larga andadura y que ha hecho aportes muy sólidos a la dramaturgia fílmica, los guiones y al tema actoral. Otra cosa es el mal uso de esos elementos por gente que no entiende ninguna de las dos artes.