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Santo Domingo

Reflexión sobre la actual crisis RD-Haití

Juan López

El ultimátum que el presidente Abinader le dictaminó al gobierno haitiano “para que detuviera  la construcción de un canal en el río Masacre” y la consiguiente decisión de “suspender el diálogo que al respecto  se estaba realizando; y, a partir de las 6:00 am del  pasado viernes 15, disponer el cierre indefinido y total (por mar, tierra y aire) de la porosa frontera nos obliga a reflexionar con seriedad, objetividad y ecuanimidad sobre las  delicadas y complicadas consecuencias presentes y también para el futuro de la actual crisis en las relaciones RD-Haití.

Es muy probable que, luego de ejecutar tan drásticas  decisiones,  las preocupaciones y “dolor de cabeza” no  permitan que el presidente Abinader disfrute de “un sueño tranquilo”,  en atención a las imprevisibles consecuencias de esta crisis, la que se complica con la exagerada exhibición del “aparataje de órdenes militares, cantidad  de equipos y armas de guerra y traslado de miles de soldados hacia la frontera dominico-haitiana”.

De inmediato, el cierre total de la frontera significa: a) Un duro golpe para la economía RD, en especial para medianos y pequeños empresarios ubicados en la zona fronteriza porque perderán negocios y  varios millones de pesos. b) Para el pueblo haitiano representa una agudización de su crisis económica y social, la inminente catástrofe  alimentaria, sanitaria  y humanitaria.  También la ampliación de la  ingobernabilidad y aumento  de confrontaciones  armadas que imponen las bandas delincuenciales.

Ojalá que las aspiraciones reeleccionistas y el populismo político no hayan influenciado  para  esta temeraria decisión del presidente Abinader y no justifiquen y ni se correspondan con la premonición que hicimos en la reflexión “Haití en las elecciones RD”, publicada en este importante medio de comunicación, el pasado 23 de abril. Citamos:

“…El tema haitiano  estará presente en las elecciones RD por estas  razones: a)  Por diferentes intereses  geopolíticos que preocupan e interesan  a EE.UU. b) Por el impacto económico y social de la creciente migración de haitianos hacia RD.  c) Por las posibles soluciones para la actual crisis haitiana que se están incubando en determinados sectores de la comunidad internacional.  d) Por cuestiones históricas, culturales y actitudes sociopolíticas de un importante sector de la población RD.

“El gobierno del PRM-Abinader, evidentemente presionado por EE.UU., por concepciones ideo-políticas de sus principales dirigentes y por la pretensión de conquistar el voto de una importante amalgamada  franja de electores (conservadores, “nacionalistas”, xenófobos) está implementando varias acciones ante la inmigración y crisis haitianas.”

Para estudiosos de los comportamientos económicos y sociopolíticos,  la RD se ha configurado como una sociedad conservadora, que disfruta de un sostenido  crecimiento macroeconómico, importante paz social y larga estabilidad política que lideran los diferentes estratos de  la clase media urbana, mayoritaria en nuestro país.

Ante ese real panorama dominicano, es válido y necesario echar una sucinta ojeada a la realidad del pueblo haitiano,  nuestro inmudable vecino:

Haití, desde hace décadas,  es un auténtico Estado fallido. Padece una histórica y aguda crisis económica, social y política por lo que se ha convertido en el país más pobre del hemisferio occidental;  situación que  se agravó con el horrendo magnicidio del presidente Jovenel Moise, el 7 de julio de 2021, y por el control de amplios territorios que tienen bandas de delincuentes armados que asesinan, extorsionan, secuestran y mantienen en zozobra al pueblo, que sufre una profunda crisis alimentaria.

También por las irresponsabilidades de las élites económicas, políticas y sociales haitianas  que, en más de tres años, no han sido capaces de ponerse de acuerdo en la fecha y procesos  para realizar unas elecciones democráticas, libres y equitativas para elegir sus autoridades gubernamentales, municipales y congresuales.

Es preciso valorar a tiempo y  en su justa dimensión el inminente peligro que significa aumentar e incentivar las bajas pasiones humanas que se anidan en determinados sectores de ambos países: Odio y resentimientos anti-haitianos y  anti-dominicanos por acontecimientos históricos, criterios raciales,  posiciones económicas y sociales.

Por lo anterior nos preguntamos: ¿En el probable caso de que los haitianos y “su gobierno” se nieguen a detener y desestimar la construcción de dicho canal e insistan en que les asiste el derecho a la construcción del canal? ¿Qué puede hacer el gobierno dominicano?  ¿Declarar la guerra contra el gobierno y pueblo haitianos? ¡Absurdo, totalmente!

Por tales razones, esta reflexión tiene el confeso propósito de exhortar al presidente Abinader y sus asesores, y llamar  al liderazgo político de oposición y de los grupos de poderes fácticos dominicanos para que, desde ya, se inicie la búsqueda de “un bajadero o la mediación política internacional, para encontrar una solución pacífica, aplicable y duradera”, a los fines de que, a la mayor brevedad, detener el derrotero de la actual crisis RD-Haití para que no degenere  en un enfrentamiento bélico, que debemos evitar para que “la sangre de los dos pueblos,  vecinos inmudables, no llegue al río Masacre”.

Al margen de las evidentes vacilaciones, inconsecuencias e inoperancia de la comunidad internacional ante la crisis haitiana; ¡La RD no se puede cansar de coadyuvar, en las medidas de sus posibilidades,  con aportar soluciones a las crisis de Haití!

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