Luis Silva
No todos los haitianos que viven en la República Dominicana se acercan a los medios de comunicación para expresar su opinión sobre las medidas adoptadas por el Gobierno con miras a frenar la construcción de un canal en el río Masacre, pero los pocos que lo hacen temen que se prolongue el cierre fronterizo por las familias que tienen en su nación de origen, a las que de manera periódica suelen visitar y llevar ayuda.
Tal es el caso de Luis Gerardo, que pese a que tiene más de una década viviendo en el territorio nacional, aún tiene allegados en el país vecino por los que viaja dos o tres veces al año.
“Queremos que haya un acuerdo pronto para que abran la frontera, creo que lo que está pasando no es la gran cosa, es algo sencillo”, expresó el señor que comercializa productos en el mercado que funciona en el pequeño Haití, situado en el sector de San Carlos en el Distrito Nacional.
Gerardo, además entiende que tanto las autoridades dominicanas como haitianas tienen que retornar a la mesa del diálogo para que todo regrese a la normalidad, sobre todo en la línea fronteriza.
Durante las primeras horas de la mañana del viernes, el ambiente en el pequeño Haití estaba bastante tranquilo, pero la cantidad de personas en el espacio ubicado en la avenida Mella era muy inferior al que usualmente tienen los días laborales.
En el lugar donde confluyen ciudadanos dominicanos y haitianos se comercializa todo tipo de productos al por mayor y al detalle, desde utensilios para el hogar y electrodomésticos usados, hasta perfumes, cremas corporales y flores.
Flujo normal en popular arteria comercial
Aunque el cierre fronterizo obligó el retorno de cientos de haitianos a su país, ayer en algunas zonas de la capital todavía se podía observar una buena presencia de personas procedentes de la nación vecina trabajando en las calles; como en la Avenida Duarte donde en sus esquinas se encontraban féminas colocando extensiones de pelo y vendiendo comida, bebidas y dulce.
Pero también estaban los hombres que son motoconchistas y brindan el servicio de transporte en las calles aledañas como en la París con avenida 27 de Febrero. Así lo hizo como todos los días Richard Pal, joven de madre haitiana y padre dominicano que reside en el país desde el 2016, y que como otros está preocupado porque desconoce cuándo todo volverá a la normalidad y podrá cruzar la frontera para ver nuevamente a su progenitora.
Baja en los pasajeros
Las medidas del Gobierno también impactaron las rutas de transporte que se dirigen a zonas de la línea fronteriza como a Jimaní en la provincia Independencia y a Pedernales, que son altamente demandadas por nacionales haitianos pero que desde ayer están transportando pocos pasajeros.
Según conductores, en la jornada diaria son pocas las unidades que salen hacía sus destinos con escasas personas, a pesar de que cobran 700 pesos por viaje.
Además del cierre en la frontera por aire, mar y tierra, el Gobierno también prohibió la entrada a ocho ciudadanos haitianos porque representan una amenaza para los intereses del país.
Entre los fichados por la Dirección General de Migración (DGM) está Luckner Desir, periodista y excandidato a la presidencia de Haití, así como Nader Joacéus, que estuvo a cargo del Ministerio de Trabajos Públicos, Transporte y Comunicaciones (MPTCP) de la referida nación.
También Wideline Pierre, que fue directora departamental del Ministerio de Medio Ambiente del nordeste y es una profesional de la arquitectura.
Otro de los señalados es Jacques Sauveur Jean, exsenador haitiano, y propietario de un arrozal que está ubicado cerca de la zona que se prevé se abastecerá con el agua del río Masacre, al igual que Jeantel Joseph, director de la brigada de seguridad de áreas protegidas del Ministerio de Medio Ambiente de Haití y Camiel Samson, que presuntamente es el que está patrocinando la construcción del canal de riego.