Petra Saviñón
Horrible, penosa, y todo los calificativos que correspondan, definen la tragedia sufrida por una familia que perdió a cuatro miembros en Dajabón y que en principio fue atribuida a haitianos, luego las autoridades informaron que fue ejecutada por una banda de ciudadanos de ambos países de la isla.
Esa supuesta organización criminal habría sido desmantelada, tres de sus integrantes muertos, uno detenido y ocurre que ese arrestado no habla castellano, o sea que los que pudieran contar lo que de verdad sucedió, están bajo tierra.
Hechos preocupantes como este deben tener toda la atención de las autoridades y respuestas claras, concisas para una población que no puede vivir arrastrada por el miedo, bamboleada por sus embates funestos.
Igual, es necesario ofrecer detalles con todos los elementos en la mano para evitar confusiones que degeneren en más violencia, en más crímenes, como achacar esas muertes solo a haitianos y luego decir que era un grupo mixto.
Todos los culpables de acciones tan execrables deben pagar, pero ellos, no su familia, no sus conciudadanos en el caso de extranjeros.
Qué penoso ver a esa fila de niños haitianos despachados de las escuelas de Dajabón por temor a represalias, a venganzas por un acto en el que nada tuvieron que ver.
No, así no construimos progreso, ni humanismo, mi misericordia.
Que paguen, sí que paguen pero los culpables, los demás no.