Las autoridades han activado las alarmas ante la proximidad y casi inminente llegada de la tormenta Franklin a la costa este y suelo dominicano.
Y no es para menos. Con solo observar el inmenso campo nuboso que presenta el fenómeno, abarcando casi todo la isla y ante el pronóstico de tres días de lluvias considerables, amerita de la total atención de la población.
Tan reciente como hace apenas una semana, el Distrito Nacional volvió a ser inundado por precipitaciones de apenas unas horas. Imaginemos, pues, lo que significa dos o tres días de lluvias más o menos contantes.
Desde ayer el Comité Nacional de Emergencia dio el alerta y de inmediato trazó las orientaciones a seguir para atenuar los efectos del fenómeno.
Hagamos a parte nuestra pesada agenda y concentremos los esfuerzos en resguardar a los sectores vulnerables que tristemente abundan en nuestro país.
A las autoridades que se empleen a fondo en la prevención y procuren tener a tiempo los recursos y la voluntad que le otorguen la debida capacidad de respuesta.
Y a los ciudadanos que hagan lo suyo, siguiendo las orientaciones de los organismos de prevención y socorro y exhibiendo la actitud solidaria que pueda necesitar el vecino.
Por lo demás, rogar porque la naturaleza sea compasiva y generosa a su paso por nuestra querida nación.