Margarita Cedeño
El mundo se encuentra en el punto medio del camino hacia las metas establecidas en la Agenda de Desarrollo Sostenible o Agenda 2030, un buen momento para realizar las evaluaciones de medio término y definir estrategias para obtener mejores resultados. Es evidente que ningún país avanza a la velocidad deseada.
La pandemia del COVID-19 constituye el hecho que más ha retrasado el avance de la región, pero también hay que destacar el conflicto entre Rusia y Ucrania, la volatilidad del sistema financiero global y los retos económicos y políticos de cada país. Además, hay que sumar las crisis ambientales y climáticas, así como los retos socioeconómicos atados a la pobreza y la desigualdad.
Al evaluar los avances de la Agenda 2030 debemos ser sumamente auto críticos, recordando que no se trata solo de compararnos con nosotros mismos sino también con los demás países que tienen un nivel de desarrollo parecido al nuestro y, a la vez, con los que están más avanzados que el nuestro. No seamos complacientes en el análisis, porque puede llevarnos a cometer errores.
La pregunta más importante es: ¿qué se necesita para apurar el paso? La Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) ha publicado un reciente informe que nos da pistas sobre este particular, haciendo un llamado, sobre todo, a la reactivación de la inversión para generar un crecimiento sostenible e inclusivo y así enfrentar la “cascada de crisis que sufre la región”, un indicador en el que la República Dominicana está sumamente rezagado luego de la pandemia.
Se requiere, además, un marco de sostenibilidad fiscal que priorice la movilización de recursos internos, en particular la recaudación tributaria, dice la CEPAL, un tema que genera mucha oposición en nuestro país por lo difícil que se hace acometer una verdadera reforma tributaria integral.
En el ámbito laboral, el llamado de la CEPAL es a enfrentar los elevados niveles de informalidad y crear empleos de calidad. La tasa regional de informalidad se coloca en 48,1%, pero en la República Dominicana ya supera el 52% de la fuerza laboral, un indicador que genera precariedades entre los trabajadores.
El mismo informe resalta la importancia de potenciar la transformación digital, no solo por los aportes que puede generar para la economía, sino también para la “superación de problemas estructurales del desarrollo y la urgente y necesaria recuperación transformadora pospandemia”.
Dice José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL, que “para potenciar la contribución de la transformación digital es necesario contar con marcos integrados de política y mecanismos de gobernanza y ejecución que incidan en los factores básicos o impulsores de la transformación digital, tales como: la infraestructura de conectividad, los marcos regulatorios, los recursos humanos capacitados y las arquitecturas institucionales y de gobernanza para la transformación digital”.
No podemos dejar de lado los otros retos que enfrenta el país. Aún están pendiente los sistemas de protección social universales, para contribuir con la justicia social; así como el fortalecimiento de las instituciones y las políticas que buscan la movilidad social y la redistribución del crecimiento económico.
Ahora que estamos a la mitad del camino, es hora de reflexionar sobre el Estado de bienestar que nos propusimos e identificar las razones que truncan el acceso a la educación, la salud, la seguridad y la justicia.