Germán Pérez
Nunca como ahora, durante toda su historia republicana, en democracia o en dictadura, el país había tenido un Ministerio Público, sobre todo su cabeza, del lujo, de la enteresa y firmeza accionaria, como el actual, dirigido por la respetable y capaz magistrada Miriam Germán Brito y completado por los otros 2 indomables, Yeni Berenice Reynoso y Wilson Camacho.
Desde que los 3 iniciaron sus labores al frente de la Procuraduría General de la República, han marcado la diferencia de otras gestiones, algunas salpicadas de polillas e insectos deslenables, de basuras infames y de ineptitud, complejos viscerales y soberbia abyecta.
Ellos 3 realizan un trabajo encomiable, puro, decente, responsable, eficiente y alejado del tradicional maridaje, de las complicidades y dobleces rastreras frente a los poderes fácticos, que servían de pasaporte y visado diplomático al crimen organizado y suelto, en todas sus manifestaciones, y a la extorsión y el robo despiadado en la administración pública.
Esa ausencia, de 60 años o más de un Ministerio Público independiente, talentoso, insobornable, firme y de valores éticos y sociales arraigados hasta la más profunda conciencia humana, han provocado a la sociedad dominicana daños irreparables a su imagen local e internacional y a su cuerpo económico y físico.
Tantas ofensas y tropelías en el pasado reciente, han contribuido a la muerte de miles de niños, adolescentes, envejecientes y parturientas en nuestros hospitales públicos, por escasez de medicamentos y equipos oportunos y de calidad. Otros males y consecuencias funestas han parido tales acciones ruines y canallescas.
Pero ahora tenemos una gran esperanza, como lo indican los hechos, a partir del 2020 para que el Ministerio Público continue haciendo el chapeo y cortándole la cabeza al latrocinio y la impunidad. No hay otro camino diferente al que brillantemente transitan los 3 excelsos magistrados Miriam, Yeni y Wilson.
Pienso yo que el núcleo sensato de nuestra sociedad le agradecerá, eternamente, su enorme contribución, al adecentamiento del ejercicio público, el desmembramiento de muchos grupos criminales, en grandes y pequeñas escalas, antes con licencia para actuar.
Pero también debemos agradecer, inmensamente al presidente Luis Abinader por escoger el Ministerio Público que nunca tuvimos, a la libertad de acción que le ha permitido, como lo prometió en campaña, en el 2020, pero más importante el respaldo sin reservas que le prodiga desde el Poder Ejecutivo.
No caben dudas de que el trascendente trabajo, a veces más allá de las fatigas humana, poniendo en riesgo la salud, la paz, la familia y hasta sus vidas, lo catapultan a ellos 3 como los ganadores de la medalla de oro a la decencia, la pulcritud, la responsabilidad y eficiencia en la persecución y aniquilación del crimen y la impunidad.
Y esa medalla de oro, también la merece el presidente Abinader, porque cumplió con su palabra y compromiso de recuperar la dignidad y la pulcritud de la administración de justicia y de toda la administración pública. Adelante presidente, no hay espacio para volver atrás.
