Ruddy L. González
El tema haitiano nos une, como nación, como sociedad, no importando los colores políticos y pese a posiciones de grupúsculos -aupados por Ongs, principalmente- que juegan a la demagogia y presiones, con una situación tan delicada y escabrosa.
Las posiciones fijadas por el Presidente Luis Abinader en su discurso del 27 de febrero ante la reunión conjunta de las cámaras legislativas y al país, fue el tema que concitó mayores aplausos, de pies incluso, de partidarios y opositores políticos presentes y de la generalidad de los opinantes desde los diferentes estamentos de la nación.
Y no podía ser de otra manera.
No me cabe dudas, y es justo el reconocimiento que reclamara el Presidente Abinader, como uno de los gobernantes que más vehementemente ha demandado acciones de los ‘grandes’ para la solución a la crisis haitiana, como forma de aliviar las presiones de los serios problemas políticos-sociales-económicos-
El reto fue lanzado.
Un ‘pacto de país’, en que todas las fuerzas de la sociedad empujen en una misma dirección ante el serio problema que tenemos de frente. Un problema al que el gobierno, y personalmente el Presidente Abinader, ha abordado con acciones y decisiones que deben ser de todos.
Aquí la demagogia no cabe. La politiquería tampoco. Los algunos malos dominicanos que apuestan a una suerte haitianización del país, en consonancia con planes de ONGs, de extranjeros, deben, entonces, quedar rezagados al mínimo y la generalidad de la nación seguir apostando a las soluciones solidarias que tradicionalmente hemos aplicado y a las que siempre hemos apostado.