Insistir en buscar solución de coyuntura a problemas y retos que ameritan de respuestas estructurales no es más que una necedad.
Eso es lo que acontece con el prolongado y dañino enfrentamiento entre los gremios médicos y las administradoras de salud conocidas como las ARS.
Sometido el país a un diálogo entre sordos, con planteamientos extremos como el de la eliminación de esas empresas y el mantenimiento de un absurdo como la exclusión, es poco o nada lo que se puede lograr.
El más reciente episodio del teatro que se ha montado en torno al sistema de la seguridad en salud lo trae una resolución del Consejo Nacional de la Seguridad Social, con el que se pretendía responder a los requerimientos de médicos y clínicas para abandonar los paros de un servicio vital como es el de las prestaciones de seguro.
A la reciente resolución 563-01 del Consejo que dispone mejoras en la cápita, aumento a 18 mil médicos, como a los honorarios interconsultas y por internamiento, el Colegio Médico adelantó a su programada asamblea de este miércoles su rechazo a la misma, considerando las medidas beneficiosas para las ARS y para las clínicas privadas y sin respuestas a sus reclamos.
Se trata de una reacción previsible, toda vez que como hemos planteado anteriormente esta como otras resoluciones no responden a la complejidad y profundidad de los problemas que afectan al sistema de la seguridad social.
Más que reuniones estériles o medidas coyunturales que apenas rozan la epidermis de un problema que afecta a centenares de miles de pacientes y usuarios del seguro, el país reclama, como está establecido, una reforma de la Ley de la Seguridad Social que permita mejorarla, afrontando sus múltiples lagunas y corrigiendo sus graves distorsiones.