María Hernández
Recordar la niñez es grato cuando se compara con el aspecto material que hoy se observa en la fiesta del Día de los Reyes, festividad de origen religioso que se conoce como la Epifanía.
La Epifanía del Señor es una celebración de tipo cristiano cuya palabra quiere decir “manifestación” y, cuando se refiere al Señor, indica los momentos en que Jesús se manifiesta o se revela al mundo. De manera habitual se identifica con el Día de Reyes Magos , que es la Epifanía que más se conoce aunque en la tradición cristiana hay por lo menos tres momentos en los cuales Jesús se manifiesta. La Epifanía se realiza cada 6 de enero y forma parte importante de lo que son las celebraciones litúrgicas de la Navidad.
El 6 de enero se conmemora en la República Dominicana el Día de Reyes así como en muchas partes del mundo como España, México, Cuba, Argentina, Puerto Rico, Uruguay, Colombia, Paraguay y Venezuela y otros.
Según revela en la Biblia el evangelio de Mateo, en la primera aparición de que se tiene conocimiento de los Reyes Magos se habla de ellos como “sabios” en vez de “reyes”, y tampoco se tiene la certeza de que fueran tres. Aunque su sabiduría pudo haber sido sobre la astronomía explicando el uso de las constelaciones como una forma de guiarse y aquella noche específicamente la “Estrella de Belén”. En Mateo 1:24 se resalta que “una brillante estrella guió a los magos desde Oriente hasta detenerse «sobre el lugar donde se encontraba el niño» y «al entrar a la casa, vieron al niño con María, su madre», se relata.
Físicamente a Melchor se le representa como un anciano blanco y con barba que proviene de Europa y que lleva como tributo el oro, por la realeza que Cristo representa. Mientras que Gaspar proviene de Asia y le llevaba a Jesús el incienso, por su divinidad. Baltazar, de una edad media, representaba a África y llevaba la mirra, una sustancia que se utilizaba en aquel tiempo para embalsamar cadáveres y que era símbolo de la humanidad de Cristo.
Cada uno de los Reyes Magos se dice que montaba un animal diferente: Melchor iba en camello, Gaspar en un caballo y Baltazar en un elefante. Los tres representaban las edades del hombre: la juventud, madurez y la senectud.
En nuestro país, los mayores narran con nostalgia cómo era la celebración del Día de Reyes. Los obsequios que les dejaban a los Reyes y sus caballos a cambio de juguetes que, en la mayoría de los casos eran recomendados por los padres dependiendo de los artículos que acostumbraban a consumir: Pan y queso, cigarros, bebidas y refrigerios y hasta hierba con agua para los animales que los transportaban.
La situación se complicaba cuando los padres no tenían dinero para comprar los juguetes a sus niños y les intentaban explicar, de múltiples formas, por qué los Reyes no les habían puesto nada: ‘ No pasaron por aquí, el camino estaba malo, no pudieron entrar ” y los niños lo creían hasta que unos días después les llegaban los regalos que les dejó la Vieja Belén, la que llegaba para recompensar a los niños sin juguetes.
Algunos historiadores de nuestro país señalan que la Vieja Belén se originó entre los inmigrantes ingleses que trabajaban en República Dominicana en la industria azucarera y otros aseguran que equivale en dominicano a la leyenda popular de origen italiano La Befana, que era una anciana que volaba en escoba, según el folklor italiano pero que, a diferencia de las brujas era una señora sonriente que llevaba un saco lleno de dulces, regalos y carbón para regalar.
Se dice que el investigador folklorista Dagoberto Tejeda aprecia de tal manera a la Vieja Belén que una vez fue al ayuntamiento de San Pedro de Macorís a solicitar un monumento conmemorativo de este mítico personaje que fue confeccionado para paliar las penas de los niños pobres muchas defraudados por los Reyes Magos, de acuerdo a una publicación del periódico Hoy.
Ese mismo medio destacó que el sociólogo e investigador comparte con el desaparecido folklorista Fradique Lizardo la confirmación de que la tradición de la Vieja Belén se la debe el país a la cultura cocola un aporte de los nativos de las Antillas menores caribeñas que llegaron a República Dominicana tras producción del azúcar de caña a finales del siglo 19 y principios del 20.
Hay países, como Estados Unidos y algunos de Latinoamérica que celebran a Papa Noel, que pone los regalos debajo de un árbol de navidad el 23 de diciembre.
Los cristianos ortodoxos de Rusia y Ucrania celebran el día de San Nicolás. En Rusia es “Ded Moroz o El Abuelo del Invierno” el que entrega regalos el 18 de noviembre, mientras que en Finlandia es Joulupukki que significa “Cabra de Navidad”.
Otros como los países musulmanes no celebran Navidad ni Día de Reyes como Arabia Saudita, China, Corea del Norte, Argelia, Irán, Somalia, Tayikistán y otros.
En la actualidad la magia de los tres Reyes Magos se ha perdido al igual que la creatividad y el secretismo que se impregnaba a la fecha en otros tiempos.
Hoy los niños van a las tiendas con sus padres y escogen sus juguetes ante el dolor de cabeza de los padres que se agarran la cartera para ver si el dinero le da para complacer el deseo de uno o varios niños.
Mientras, en vísperas del Día de Reyes, el Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (Pro Consumidor) anunció que al igual que en años anteriores vigila las ofertas y publicidad en cuanto a la venta de juguetes que se comercializan en los principales negocios del país, con el objetivo de evitar irregularidades de consumo de juguetes que representen un peligro o riesgo para los niños y niñas.
Que en la República Dominicana no se pierda una tradición que revive los valores de la niñez y su accionar ante la vida.
Dentro de los juguetes de la actualidad hay bicicletas, juegos electrónicos, los tradicionales monopolios y muñecas que hablan, caminan, suben y bajan la mirada, bailan, comen y hasta mojan el pañal. Escasean los pin pon, trompos, juegos de jacks, yoyos, pitos, flautas y otros de menor costo.
Que estas festividades de Reyes no dejen a los padres con más deudas y que se limiten a comprar no un juguete caro sino útil en la formación de los hijos.