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Por un Feliz y Próspero 2023

En medio de los reflujos y secuelas de la pandemia que nos ha sacudido desde 2019, el enfrentamiento geopolítico entre los dos grandes bloques, encabezados por Estados Unidos y China, con la guerra entre Rusia y Ucrania como epicentro,  acentuó los efectos de esta crisis sobre la economía mundial, llevándola a registrar niveles históricos de inflación y desabastecimiento.

En esas circunstancias, la República Dominicana ha podido mantener niveles ponderables de crecimiento en el producto con estabilidad, gracias a oportunas y eficaces políticas monetarias y financieras por parte  del Banco Central.

Aunque con una considerable importación de bienes que han afectado importantes áreas de la producción local, el país también ha mantenido aceptables niveles de abasto.

Los logros alcanzados en esos dos importantes pilares de la economía han dado paso también a un buen desempeño en áreas vitales como el ingreso de divisas, al amparo del turismo y las remesas, fundamentalmente.

Sin embargo, este positivo desempeño de la economía solo ha atenuado los graves efectos de la ola inflacionaria mundial que ha provocado alzas considerables de precios en prácticamente todos los bienes y servicios

Esta situación ha obligado al gobierno a mantener e incrementar los subsidios, sobre todo en los combustibles, al tiempo de desencadenar una ola de préstamos que comienza a dar señales peligrosas sobre  la capacidad crediticia del país.

Pero este año que culmina también ha sido un periodo tormentoso y desalentador para el pueblo dominicano por los graves niveles de inseguridad ciudadana, con el azote del crimen organizado y la delincuencia que han sembrado el temor en la población, limitando severamente sus actividades cotidianas.

Para el 2023 que se inicia, el país y su liderazgo abren las compuertas hacia los retos que trae ese contexto mundial hostil, condebilidades locales ostensibles en áreas vitales como la educación, la salud, la producción agropecuaria y la seguridad ciudadana.

El panorama se hace más complejo con la crisis que se acentúa en el vecino Haití y sus presiones migratorias, constituyéndose en grave amenaza para nuestra nación.

A ello se suma la condición de año preelectoral que desde ya plantea sombras a ser despejadas con la disponibilidad de recursos a la Junta Central Electoral para el montaje del certamen del 2024.

La eficiencia de los gobernantes, el desempeño responsable de la oposición y el activismo de la sociedad empujando en la dirección de la preservación del interés nacional, constituye la ruta a seguir.

De ello dependerá, sin ningún tipo de dudas, el que podamos transitar un mejor año con la alegría y la prosperidad que merece la familia dominicana.

Por un Feliz y Próspero 2023

El 2021 fue un año de múltiples dificultades para la humanidad.

En medio de los reflujos y secuelas de la pandemia que nos ha sacudido desde 2019, el enfrentamiento geopolítico entre los dos grandes bloques, encabezados por Estados Unidos y China, con la guerra entre Rusia y Ucrania como epicentro,  acentuó los efectos de esta crisis sobre la economía mundial, llevándola a registrar niveles históricos de inflación y desabastecimiento.

En esas circunstancias, la República Dominicana ha podido mantener niveles ponderables de crecimiento en el producto con estabilidad, gracias a oportunas y eficaces políticas monetarias y financieras por parte  del Banco Central.

Aunque con una considerable importación de bienes que han afectado importantes áreas de la producción local, el país también ha mantenido aceptables niveles de abasto.

Los logros alcanzados en esos dos importantes pilares de la economía han dado paso también a un buen desempeño en áreas vitales como el ingreso de divisas, al amparo del turismo y las remesas, fundamentalmente.

Sin embargo, este positivo desempeño de la economía solo ha atenuado los graves efectos de la ola inflacionaria mundial que ha provocado alzas considerables de precios en prácticamente todos los bienes y servicios

Esta situación ha obligado al gobierno a mantener e incrementar los subsidios, sobre todo en los combustibles, al tiempo de desencadenar una ola de préstamos que comienza a dar señales peligrosas sobre  la capacidad crediticia del país.

Pero este año que culmina también ha sido un periodo tormentoso y desalentador para el pueblo dominicano por los graves niveles de inseguridad ciudadana, con el azote del crimen organizado y la delincuencia que han sembrado el temor en la población, limitando severamente sus actividades cotidianas.

Para el 2023 que se inicia, el país y su liderazgo abren las compuertas hacia los retos que trae ese contexto mundial hostil, condebilidades locales ostensibles en áreas vitales como la educación, la salud, la producción agropecuaria y la seguridad ciudadana.

El panorama se hace más complejo con la crisis que se acentúa en el vecino Haití y sus presiones migratorias, constituyéndose en grave amenaza para nuestra nación.

A ello se suma la condición de año preelectoral que desde ya plantea sombras a ser despejadas con la disponibilidad de recursos a la Junta Central Electoral para el montaje del certamen del 2024.

La eficiencia de los gobernantes, el desempeño responsable de la oposición y el activismo de la sociedad empujando en la dirección de la preservación del interés nacional, constituye la ruta a seguir.

De ello dependerá, sin ningún tipo de dudas, el que podamos transitar un mejor año con la alegría y la prosperidad que merece la familia dominicana.

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