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El huracán se ensaña con las comunidades más pobres del sur de Puerto Rico

Puerto Rico. Arroz y habichuelas son algunos de los alimentos típicos de la dieta puertorriqueña que están repartiendo a las comunidades más pobres y “olvidadas” del municipio sureño de Ponce, días después de que el huracán Fiona hiciera temblar los cimientos de sus frágiles casas de madera.

Barriadas como El Sol y Punta Diamante quedaron aisladas los primeros días por las inundaciones causadas por el huracán, que afectó con fuerza el sur de la isla y en particular Ponce, lo que ha llevado a la Guardia Nacional a movilizarse para suministrar ayuda.

“Me sorprendo porque nosotros somos una comunidad olvidada, como si no existiéramos, y al venir esta gente a ayudarnos me da hasta sentimiento, para que la gente vea que aquí viven personas”, expresó emocionada a Efe Viviana Ruiz, madre de tres hijos y residente de la comunidad El Sol.

Alrededor de doce familias de esta comunidad ponceña, que lleva años sin servicio de energía eléctrica, perdieron sus techos de zinc como consecuencia del huracán Fiona.

Ruiz rememoró que “la casa tembló”. “Aquí estábamos todos llorando porque yo nunca había pasado algo así en una casa de madera”, agregó la mujer de 40 años, que reclamó a las autoridades suministro de luz y agua para tener “una mejor calidad de vida”.

Otro ponceño de la comunidad El Sol, Luis Antonio Sánchez, de 55 años, que vive junto a su padre, afirmó que estaba “bien nervioso” durante el paso de Fiona.

“Podía ver los zinc volando y eso pues fue bien preocupante”, recalcó Sánchez en alusión a los precarios tejados de las viviendas de su vecindario, poco preparados para un huracán.

COMUNIDADES INCOMUNICADAS TRES DÍAS

El río Inabón, que atraviesa la ciudad señorial de Ponce, se salió de su cauce debido a las fuertes precipitaciones, dejando varias zonas aisladas.

“Casi tres días de incomunicación con estos sectores y la parte rural, donde ya había estado lloviendo antes del huracán Fiona”, lamentó Luis M. Irizarry, alcalde de Ponce.

Las inundaciones provocaron también el cierre durante tres días del Aeropuerto Mercedita de Ponce, que no reabrió hasta ayer, dos días más tarde que el resto de aeródromos de la isla.

“Tras 72 horas de trabajo arduo e intenso, el aeropuerto Mercedita de Ponce abre su pista para las llegadas y salidas de vuelos comerciales”, anunció el director ejecutivo de la Autoridad de los Puertos de Puerto Rico (APPR), Joel A. Pizá Batiz.

Esto es significativo ya que la pista queda disponible para, según Pizá, “recibir cualquier vuelo de carga o ayuda humanitaria para atender la emergencia provocada por el huracán Fiona en la región sur de Puerto Rico”.

Unas 6.000 cajas de alimentos y agua fueron repartidas en las comunidades de El Sol, Punta Diamante, Bélgica y San Antón por 600 soldados de la Guardia Nacional de Puerto Rico en colaboración con el Departamento de la Familia y la administración municipal, ayudando a 200 familias a mitigar los estragos de Fiona.

“Son unas cajas para una familia de cuatro con una dieta balanceada tipo puertorriqueño, su arroz, sus habichuelas para una semana”, explicó a Efe el ayudante general de Puerto Rico de la Guardia Nacional, general de División José J. Reyes.

ESTA CASA “OTRO HURACÁN MÁS NO LO AGUANTA”

En las comunidades de El Sol y de Punta Diamante se puede observar que el paso de Fiona tuvo un gran impacto, la madera con la que están construidas las casas estaba dilatada por el agua que había caído en los días previos y en las calles había postes de la luz caídos.

José Rodríguez, un contratista de 45 años que reside en Punta Diamante, no ocultó su frustración por la situación que le obligó a revivir las vicisitudes experimentadas con anteriores huracanes como George o María.

Puerto Rico se ha visto afectado por diversos huracanes en su historia reciente. En 1998, Georges, de categoría 3, azotó la isla y, en 2017, el devastador huracán María, que alcanzó categoría 5, causó cerca de 3.000 muertos.

“Ya esta casa no aguanta, aguantó a George, aguantó a María, ahora a Fiona, yo creo que otro huracán más no lo aguanta, yo no lo voy a pasar aquí, cuando digan que viene otro yo ya estoy fuera de esta casa”, sentenció entre risas Rodríguez, que vive junto a su mujer.

El hombre aseguró que con Fiona, cuyos vientos máximos sostenidos fueron de 140 kilómetros por hora (85 millas) su casa tembló y pasó “miedo”.

Además de en Ponce, la Guardia Nacional está entregando suministros en los municipios de Ceiba, Vega Baja, Toa Baja, Utuado, Arroyo, Maunabo y Comerío, por ser algunos de los más azotados por el huracán. EFE

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