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Santo Domingo

Laboriosidad presidencial en nada afecta la imagen y el desarrollo del país

Alberto Quezada

El Presidente de la República Dominicana, Luis Rodolfo Abinader Corona, a medida que avanza el tiempo pone de manifiesto su innegable capacidad de trabajo que sorprende a muchos y preocupa a otros.

El ritmo laboral que de manera intensiva viene desarrollando  el primer ejecutivo de la nación en provincias y municipios del territorio nacional, sin lugar dudas,  que inquieta  a propios y extraños.

Los propios se preguntan ¿de dónde saca tantas energías el Jefe de Estado dominicano para trabajar  entre  10 y 14 horas diarias en las distintas tareas y compromisos que demanda la administración pública?.

¿Cuáles motivaciones, ambiciones  o agenda oculta, tendrá en su cabeza el Presidente del cambio que lo impulsan a mantener un nivel de entusiasmo que no le permite calentar su asiento presidencial como era la costumbre de sus pares anteriores?.

¿Qué gusanillo, más allá del deber sagrado que impone la Constitución dominicana, lo seduce adoptar una dinámica laboral que lo que hace es desdibujar un comportamiento exótico  que impacta e intriga?.   

Mientras que, los extraños se interrogan ¿cuál es la táctica  que está  manejando el licenciado Abinader que le hace lucir ante los demás como una figura política agresiva y dispuesta a todo para lograr su enigmático objetivo?.

De igual manera, ese mismo colectivo está intrigado en saber ¿por qué razones el mandatario dominicano ha optado por asumir una sobre exposición en actos oficiales en donde no se requiere ni es obligatoria la presencia de la figura presidencial?.

Asimismo, se preguntan ¿que induce al señor Presidente Abinader  a insistir en participar en tareas u actividades de cortes de cinta, picazos, palazos e inauguraciones de obras menores?. ¿Cuál es el apuro?.

Pienso que esa laboriosidad en nada afecta la imagen y el desarrollo del país, por el contrario, le favorece dado el hecho de que estas acciones impactan de manera positiva en el progreso y bienestar del pueblo dominicano.

Ahora bien, al margen de este razonamiento, ¿qué lectura queridos lectores tienen ustedes de esas  inquietudes y preocupaciones planteadas?

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